lunes, 31 de enero de 2011

NUNCA TE VAYAS

Tengo tu nombre  colgado de mis papeles blancos
Como un nido de pájaros huidos
Mi  pluma torpemente abandonada
Te reclama en el invisible  suspiro de mis dedos.
Estoy  llenando los huecos
Que dejan en mi carne tus ausencias.
Entre el silencio y el sueño
Queda un cielo sangrando
Donde los vuelos perdidos de mis ojos
Se pierden con las palabras de mi  boca.
Tú eres tú…
Y te me vas
Como la madurez de los racimos
Como la arena lenta del mar, y frágil,
Como el suave olor de las magnolias.
Como un desnudo cielo
De luceros enterrados.
No te vayas esta noche de mi lecho,
Vuelve a mirar mi cielo,
Devuélveme el consuelo de tus besos
Y RECUERDA QUE SIGO ENAMORADO.
Manuel Guerra  Abril 2010

jueves, 20 de enero de 2011

INSULTOS CALLEJEROS


La lengua, como todo ser vivo, necesita, en momentos determinados, dar riendas sueltas a sus necesidades. Desahogarse, desfogarse, eso si, lingüísticamente, algo que le sirva para alcanzar de nuevo la tranquilidad y el sosiego que debe conllevar todo estado de comunicación. Esa forma de desahogarse no es otro que el INSULTO, Aunque la lengua en si, un tanto juguetona, tenga otras formas mas concretas de buscar su desahogo en otros predios anatómicos.

            El “insulto” no es privativo de una u otra sociedad, de una clase determinada, es un recurso humano y como humano, propio de cada ser. Es verdad que no todo el mundo insulta con palabras… a veces un gesto, una mirada o simplemente un silencio, puede provocar un altercado.  

No es el insulto un término que se estudia en las escuelas, que se debiera, por lo menos para aprender a pronunciarlos bien, algo así como “fonética del insulto”.
           
En mis dilatados años de profesión de DESBRAVADOR de “criaturitas”, me he visto obligado a dedicarme  a este sistema de corrección del insulto porque forma parte de la comunicación diaria y no por eso esa corrección en función de la comunicación se hace correctamente la mayoría de las veces.
           
Cojamos por ejemplo la palabra COJONES.  Esta palabra  no es propiamente un insulto, sino que es más bien una expresión más propia de un estado de ánimo, me ha traído por la calle de la amargura cuando he decidido inculcar en las tiernas neuronas infantiles, su correcto pronunciamiento. La mayoría de los chavalotes y fundamentalmente los “pilsineros” , “escupidores” y “maldicientes”, la pronuncian muy mal, no dicen COJONES, metiendo para adentro la lengua y expulsando el aire, sino que se dejan  venir con un apático y desganado “COONE” que no deja de ser una muestra del estado de dejadez y flojera del que la pronuncia.
 Cuando, en mi dedicación como pedagogo, me he visto en la obligada corrección del vocablo, mal pronunciado y, hacer que el discente, coja  la palabra y la haga suya, acariciándola, e intentando pronunciarla bien, me he encontrado que “el coones” no tiene “cojones” para pronunciar la “J” correctamente…después dicen algunos que la profesión de enseñante esta bien pagada y que disfruta de muchas vacaciones. ¡Manda cojones!

Y mira que yo, docente a la antigua, me he propuesto hacérselo escribir cuantas veces hiciera  falta para corregir este vicio verbal: no debo decir “coones” debo decir COJONES, pues ni por esas.

Palabras que tienen su derivación en cojones son mas fáciles de pronunciar y algunas parecen que rallan ya en el insulto pero no es tal insulto  porque aquí el tono influye en sobremanera...

ESTO ES DESCOJONANTE DE BUENO TIO... esta palabra dicha así tal cual, suena hasta bien, indica que algo funciona y produce placer en el ejecutor, “esto es para decojonarse de risa”...idem de idem “cojonudo”...con su variante “cojonuo”.  En mis viajes por lo ancho del país, estuve una vez en un bar en  Logroño donde  se servía  como tapa única "LOS COJONUDOS”  que no es otra cosa que dos huevos de codornices con una chistorra puesta en medio. Y EXISTE TAMBIEN UNA MARCA DE ESPARRAGOS QUE RESPONDEN AL NOMBRE DE COJONUDOS por ser o bien el rey o bien su padre el que en una ocasión al comerlos dijo: estos espárragos están cojonudos.

Recuerdo,  y aún tengo testigos para confirmarlo, que en mis tiempos infantiles y residía , mas por obligación que por devoción, en LAS VIÑAS, carismática tierra del campo alcalaíno, los crios nos insultábamos desde las alambradas lejanas de la separación de los campos para dar riendas sueltas a nuestras diferencias. Aún podemos recordar como desde el filo de la FUENTE DE LAS PRESILLAS, conocida en media España por sus cualidades terapéuticas, en concreto para la destrucción de las piedras de riñón,  el hijo de Miseria, que no heredó el mote de su padre, sino que pasó a llamarse Cateto y éste que escribe, nos poníamos uno arriba junto a la fuente y el otro bajo el fresno grandioso que sombreaba la casa  de mis abuelos, a soltar nuestros insultos de la manera mas inocente…el buen Miseria, después Cateto, me soltaba un profundo: CHUUU…(abreviatura de CHULO) mientras yo le correspondía con un desgarrado: MIII… (abreviatura también de MISERIA) No pasábamos horas y horas insultándonos  y duraba el tiempo que cualquiera de nuestra familia daba ya por cerrado el tema del insulto. Yo creo que nosotros éramos los intermediarios de las fobias y manías que se tenían nuestros mayores. Después si el pan no  llegaba al final del mes no teníamos inconveniente en pedirnos prestados unas teleras hasta que amasara uno u otro y devolverlas.

            En fin hasta ahora no aparece el insulto por ningún lado  pero si profundizamos un poco más en el tema  nos encontremos con frases que ya suben un poco de tono…ya vuelve otra vez la "J " a jugarnos la mala pasada “ESTOY HASTA LOS COONES DE TENER QUE AGUANTAR QUE VENGAS A LAS SEIS DE LA MAÑANA. TE ESTAS ARRASCANDO LOS COONES MIENTRAS YO ME PARTO LOS CUERNOS .Aquí se nota que cojones y cuernos suelen ir siempre muy unidos a pesar de estar cada uno en distintos puntos de la anatomía. El insulto llega a la palabra “cojones” cuando ya se entra en más intimidades y el carácter despectivo se nota en la simple pronunciación... “Este es un cojonato” y mas cuando ya se quiere llegar un poco mas lejos y mas a la raíz de los sentimientos “tiene unos cojones que se los pisa” o eres un “Juan Cojones” y si se quiere ya ahondar en el insulto rebuscado, pues se le puede añadir algún especificativo o epíteto y se remata como una buena faena  torera. “ERES UN JUAN COONES DE MIERDA” Aquí el insulto no esta en Juan COONES, sino que esta en la coletilla de MIERDA.  Ahí es donde duele este insulto rebuscado.

El insulto no es más que una “pedrada verbal” a la persona que se intenta apedrear, ofenderlo o maltratarlo y procede del latín...como casi todo.

Pero ya que decimos que el insulto es una pedrada dada al otro con mala intención o con la intención de la ofensa no me puedo olvidar de un insulto muy alcalaíno como es el llamarle a una persona CASCAJO,  que no es otra cosa que llamarle redomadamente bruto y sin sentido.

Y si te llamo “ALMORRANO” no te digo nada…porque  aparte de insultante, pica y duele.

Hay distintos formas de proferir el insulto y estas se pueden dividir en dos, como las provincias extremeñas o como los exámenes: en orales y escritos: El insulto escrito es más pensado, más cultural, y  al mismo tiempo más imperecedero… y suele aparecer de madrugada como los periódicos: CIPRIANO LADRON o FELIPE CABRON. Nace de un momento de ofuscación y de un resquemor  interno... El insulto imperecedero es mas que un insulto, es un editorial ideológica...Se esta diciendo que esa persona ha traicionado, engañado, falseado o simplemente robado al editorialista.

A pesar de la cantidad de insultos que proliferan por la geografía mundial casi siempre son los mismos. A la gente cuando se le calienta la boca suelta por ella lo primero que se le viene a la cabeza,  por eso el insulto no puede ser un vocablo simplemente expulsado sino que se debe afinar en su disparo porque lo que se intenta con él es: “hacer daño”.

La gente culta (cualquiera de mis lectores lo es) sabe que el insulto si no hiere se vuelve contra el insultante y debe ser rápido y de difícil contestación porque lo que se pretende con él, es terminar una situación engorrosa de forma rápida. No es de recibo que se establezcan diálogos, debe decirse a ser posible a voces y si es preciso delante de muchas gentes.
Pongamos un ejemplo de cómo no puede decirse un insulto.

Eres un maricon,
Maricón lo eres tú.
Eres una mierda
Mierda lo eres tú
Sieso.
Sieso lo eres tú

Y así eternamente y terminan aburriéndose tanto el insultante como el insultado.

Veamos ahora como el uno insulta al dos para conseguir su fin que no es otro que la ofensa.

ERES UN MARICONAZO DE MIERDA SIESO MANIO Y CABRON
 VETE A TOMAR PORCULO Y ADEMAS VETE AL CARAJO… SO CORNUO… y de pronto coge la puerta del bar y se marcha.


Ten cuidado con el huerto
Que la portada es muy mona
No quiero decir con esto
Que se te vuelvan las tornas
De los CUERNOS que te han puesto.


 Porque el insulto tiene que ser, para que haga su efecto, de final imprevisto. No hay nada más soporífero que un insulto que se ve venir. Es aparte de mala educación, lo más parecido a un tormento chino.

El insultado tiene dos caminos o desgañitarse devolviéndole el insulto o aguantarse en el sitio esperando que los demás le digan: “A mi me dice eso y lo mato...te ha engallinao”. Con lo cual se siente doblemente insultado

Respuesta que puede utilizar el dos:

Ya desde la lejanía del uno “A ESE HIJO DE PUTA COMO LO COJA LO MACHACO”, pero ya es sólo un consuelo de cara a la galería…

No creamos que el insulto es moderno .Que va. Ya los romanos se insultaban y hacian sus graffiti por las paredes…NERON CAPULLUS,
JULIUS MARICONUS,  cosas así y algo muy importante, los generales romanos se hacian pagar a un “insultador”, normalmente un esclavo de su confianza, para que colocado detrás de él en los desfiles triunfales, le fuera insultando para recordarle que era un hombre y no un ser superior...vamos, para que no se subieran a la parra de la soberbia muy propia de  los políticos modernos... qui cum infante pernoctat excrementatus alboreat. Que no es otra cosa que decirle a alguien: quien con niño se acuesta cagado amanece.

Se imaginan mis queridos lectores a un funcionario municipal diciéndole al Sr. Alcalde alcalaino, por nombrar a uno que me coge cerca: “acuérdate que te pueden hacer al horno con hierbas aromáticas” o “simplemente troceado, en caldereta”... ¡que mosqueo cogería el tío! Ya no digo si le dijeran “me voy a hacer una pelliza con tu pellejo, alcalde de los coones”. Todavía mas si se lo dijera el segundo de a bordo D. Luis Romero, entonces es cuando se “cagaría por las patas abajo”. (Esto es una licencia literaria que me he permitido porque no es la primera vez que nuestro Arsenio se caga, metafóricamente hablando, por las patas abajo).

Es verdad también que para insultar hay que tener su aquel. No insulta quien quiere sino quien puede. Bueno, eso es un dicho que dicen los insultados para salir airosos de los insultos sin descomponer la figura al menos externamente.

En Alcalá se dan y se han dado insultos muy peculiares. En realidad cada pueblo se las ingenia para que el insulto sea autóctono.  Pero la verdad es que  el insulto es connatural a la especie humana, y por eso no debe de ser tomado nada más que como eso: como un  insulto.

Decir hoy HIJO DE PUTA, CABRON… y otros tantos que al final me referiré  pueden tener un significado hasta cariñoso…

Como le pega de cabeza “el cabrón de Raúl” “Qué pierna izquierda tiene el hijoputa de Figo”. El “cabroncete de mi hijo” me saca los duros con una facilidad que parezco “jilipollas”. Ponemos aquí la palabra “jilipollas” por que tiene dentro de su variaciones tambien un tono cariñoso  no es lo mismo decir “no seas mas jilipollas y cállate que tú de esto no entiendes na...” a decir “déjate de decir jilipolleces, que eres mas tonto que un burro con la cabeza blanca ...” El insulto se ha convertido en algo perifrástico, aquí no duele las “jilipolleces” sino que duele el acompañamiento ...”lo del burro con cabeza blanca” que en realidad no es nada, pero cuenta con el factor sorpresa en su expresión y coge al otro desprevenido


El insulto debe ir dirigido al centro mismo de la incultura para que surta un efecto fulminante;  no es lo mismo para una “acémila agrícola mas bruto que un arado”, decirle “hijo de puta”, que adornarlo con algo perifrástico como  “eres un pluscuamperfecto tú y tu padre”. Aquí si hay verdadero insulto porque “el burdégano” se puede dar por muy ofendido cuando sabe que “pluscuamperfecto” sólo puede ser una cosa  gorda y por ahí no esta dispuesto a pasar. Se puede llegar a las manos con este tipo de insultos, por eso deben reservarse para ocasiones de mucha confianza.

Me contaba uno una vez que dos discutían acaloradamente y llegaron a los insultos, uno, para demostrar su templanza de animo, aguantaba todo lo que el otro le echaba…mira...me dijo: hijo puta, me llamó cabrón, se metió con mi padre, me mentó a mi abuela y se cagó en mis muertos... pero cuando me dijo “INDIVIDÚO”  me tiré encima  y si no me lo quitan lo mato. INDIVIDÚO LO SERA EL Y TODA SU FAMILIA.

Llegados a este punto, he de decir que no soy yo el primero que ha abordado el tema de los insultos, que eruditísimas plumas tambien lo han hecho aunque a veces, algunos, sólo se han limitado a poner insultos, tras insultos, sin dar mas explicaciones que el insulto en sí, dejando al estimado lector la interpretación de los mismos, ya que cada cual puede hacer con su insulto lo que quiera, pero yo, por mi deformación profesional y porque mi distinguido publico me lo pide,  no tengo mas remedio que explicar las cosas para que se puedan entender de una forma clarividente y además nadie se lleve engaños.

Hoy día hay que andarse con mucho cuidado con qué tipo de insultos nos encontramos. No todo insulto es insultante, y no todo insulto es bien recibido socialmente. Hoy a alguien de mediana cultura, es decir a un medio borrico, y además “mondri” no se le puede llamar así como así: MARICON, porque inmediatamente te puedes encontrar con una manifestación que contraataca con un insulto aún mayor y que esta muy de moda que es el de MACHISTA. Un buen machista sufrirá todas las injurias que se puedan dar, tendrá que sufrir incluso persecución si es necesario y por si fuera poco puede ser denunciado por su esposa, que a lo mejor es más “puta que Rita” o mas “puta que las gallinas” pero su marido es un maltratador  porque  en su casa,  su marido no friega ni plancha. Eso si, su señora esposa, podrá ser tildada de mujer de carácter liberal, mujer moderna a la que le gusta la convivencia con cualquiera de sus vecinos. Es decir una mujer del futuro y no esas esclavas que siempre han estado al servicio de los machistas de sus maridos. Decir MARICON  puede traerle a uno penas de quince a veinte días de insultos por parte de las feministas, que quieren que todos o casi todos seamos GAY que es una cosa como MARICON pero con un sueldo un poco más alto.

De cualquier manera sea de una forma u otra  ya lo dice el viejo poema.

QUIEN AL ANDAR 
SU CUERPO CONTONEA
Y AL MIRAR SUS OJOS MECE
YO NO DIGO QUE LO SEA…
PERO A MI…ME LO PARECE.

Maricones famosos los hay en todos los lados   y se les han machacado mucho a consecuencia de su condición no deseada, supongo por algunos y deseadísima, por otros. Pero uno de los insultos que hacia furor y lo sigue haciendo aún, aunque sea en las aldeas pequeñas es el de “maricon” pero no “maricon a secas”, sino el que se acompaña de un complemento “ERES UN MARICON DEL CULO”, con lo cual se especifica el tipo de maricón que se quiere. Ahora se puede insultar mas brevemente llamando a uno MARICONAZO, eso si, apretando la voz y casi escupiendo en la cara, pero  pidiendo perdón  anteriormente  por si delante hay algún “gay” que es el MARICON DE ANTES.

PERO NO TODO ES MALO EN LA PALABRA  MARICON.  Todos, llevados por muestras de cariño, podemos llamar a nuestros amigos maricones. Eso si con ese tono especial que se le suele dar a las palabras cuando uno quiere agradar ¡qué mariconcete eres,  Antonio! Deja de “hacer mariconadas” y ponte al trabajo...”no seas mas maricón y paga esta convida”. Mariquita el último, ¿que mariconadas me estas haciendo? Y si a esto se le ponen ya dos besos, entonces puede salir corriendo alguien o ponerse culito a la pared.

Otra de los insultos  más populares pero que es de consumo interno es el de “SIESO”. Ser sieso es como ser saborio pero un poquito mas. Fulanito es un sieso. No es muy ofensivo, tampoco es fino porque en Andalucía, la palabra sieso tiene connotaciones anales, no del año, sino del ano. Esa parte de atrás  por donde algunos  amplían el círculo con sus amistades. La expresión más bonita y que contenía más enjundia insultante de la palabra SIESO la oyó un servidor de un canónigo de la catedral de Cádiz en una tarde de pontifical. Jueves o Viernes Santo, da lo mismo, un canónigo se peleaba con otro por un quítame allá esas pajas y el uno le dijo al otro: “ERES UN SIESO MANIO Y MUSICO”. Obsérvese la riqueza de vocabulario, primero sieso,  después manio…que no es poco insulto y después, para rematar la faena… músico…Insulto perfecto, bien construido y de una erudición exquisita.

Si seguimos un poco mas adelante nos encontramos con la palabra “MONDRI” que nos lleva a “Mondrigón”, éste es un autentico insulto, ser “mondri” no es ser “gay ni maricón” (según su nomina) sino que es algo mas parecido a algo sucio y cochambroso. La palabra “mondri” es un “maricón o gay” declarado en el sentido que su vida sexual esta en boca de todos y que se va con cualquiera que intente llevárselo por delante o ponerlo mirando a Rota, según se esté en un punto cardinal determinado, puesto que Rota esta en el noreste, según se ponga uno.

Como se ve ya los tiempos han corrido con tanta celeridad que insultos como: tonto, saborio, simple, bobo, (en gallego “bobiño”) no dicen nada. Todos se caracterizan con un estado de ánimo un poco dejado y  no responden nada mas que a la palabra “simplonato” que incluso puede ser positiva: Este es un “simplonato”, dando a entender que es una persona llanota y sin maldad. Aunque según y como, estos “palabros” utilizados hábilmente por alguien pueden llegar a hacer verdadero daño. En una buena conversación no hay mas eficaz para desmontar los argumentos al contrario que decir lo siguiente: “Tus argumentos son mas simples que la mecánica de un botijo”. Mosquea un tanto porque después de esto se puede llegar ya a otros insultos, Tu te las das de Séneca y solo eres un gilipollas y sólo dices pamplinas y jilipolleces”. Aquí la palabra gilipollas y jilipolleces  de origen “cale” está sirviendo de nexo, unión o cópula para un insulto un tanto mayor como puede ser “un vete al carajo, enteraillo” palabra insultante, porque “enteraillo” es ser un “ilustrado de la violeta”, es decir persona que llena de palabras una conversación pero al final te tienes que enterar por un vecino que lo único que ha hecho es decir cuatro memeces y dos  estolideces.

Me viene a la memoria una coplilla de nuestro trovador Pedro Vera, que narra un poco y en su estilo un hecho real o ficticio ocurrido o inventado.

¿Ud. que carajo vio?
 Carajo ninguno  vi
Pero si yo vi dos huevos,
Que le tapaban el “culo”,
A esa moza que esta ahí.

La palabra "jili” la usamos nosotros en dos variantes en la económica y en la "generosa". JILI”, pues eso, Jili no es un tanto ofensiva ya lo hemos tratado pero cuando se es generoso se suele decir JILIPOLLAS.  Y  no cambia una cosa con la otra. Lo que pasa que en un país donde se piensa más con los genitales que con la cabeza… pues la “polla” supone como una especie de recorte mental que deriva en lo dicho anteriormente. Gilipollas se puede contraponer a “huevos gordos”, a tener  “dos cojones….” en fin lo de siempre.

En el aspecto familiar tenemos una gama preciosa de insultos… ¿quien no se ha cagado en los muertos de otro alguna vez?  ¿Qué erudito vate invento aquellas cuartetas ingeniosas y mordaces que decían así?:

Quisiera ser pajarillo
De lindas plumas  azules
“para cagarme en tus muertos”
sábado, domingo y lunes…

A lo que el otro podría responder

Quisiera ser gorrión
De pecho negro y peludo
para llamarte carnudo,
siesomona y cabrón

Como se ve el insulto llega hasta el mundo de la trova.  (Ah, una observación: en vista de que algunos impunemente se apropian de mis versos buenos o malos y los hacen suyos o anónimos, les recuerdo que son “robaperas” y que eso esta muy feo y que aquí nos conocemos todos y todos sabemos lo que cada uno puede dar de sí  y algunos dan muy poquito, lo digo para aviso de caminantes y copiones...)

Después podríamos poner una serie de insultos que hacen referencia a las cualidades o despropósitos anatómicos de las persona…

Haciendo juego de palabras con el apellido y la fealdad de las personas. Una persona de Algatocín decía que alguna familia llamada COCA deberia llamarse mas que Coca, "COCO". (Era un tanto fea). Este es un insulto malvado.

Cabezón…o en su variante cabezón de mierda.
Orejón… o en su variante "orejón de los cojones…"
Paticorto, que te apestan los pies.
Zampabollos  por gordo y comilón
Narigón
Canijo
Esmallao

Por exceso en ciertas aficiones

Borracho…
Borrachín…
Mosquito de canilla
Barrilete…
Manzanillo
Tito Pepe.

Hombres más guapos que yo,
Los habrás tenido a millares
Pero mas borracho, no.
Eso tu tambien lo sabes,
Y no por alabarme yo.

Después están los clásicos

Bellaco
Malandrín...
Follón…

Le sigue  la gama de insultos sueltos que se dicen en un momento de la conversación sin más trascendencia que la del  desahogo mientras se pide una “convida”

Amapola,  por marica, maricón o mariconazo.
Guapito de cara,..despreciativo
Perla…Para que se entienda bien este insulto, podríamos poner un ejemplo: (el concejal  tal…es un “perla”: trapichea, engaña, promete y no cumple, se aprovecha de las situaciones, mete la pata, sisa si puede… en fin, eso, un PERLA. Un Perla es “un todo” y nada en concreto.
“Maricón de playa”…le gusta lucir sus protuberancias genitalicias aunque se las tenga que rellenar con algodón
 
Bien es verdad que Dios da  ciertas propiedades a aquellos que no la van a usar y algunos de los llamados maricones de playa, gays  o similares se las gastan y de un buen tamaño. (¿Será envidia?)

Fantasmón.
Garbancero.
Muertojambre.
Chorizo… este se hizo muy popular en una época muy gloriosa de un partido político .Aún huele a rancio el mote, y cuando un chorizo es rancio no suele dar buen juego en los potajes. Es mas político que carnicero, la contraria es “facha”, tambien de rancio sabor  y bastante abundante incluso entre los choriceros.

Chaquetero…que suele cambiarse de partido político según su conveniencia. Un buen chaquetero suele tener una amplia cultura general y una maravillosa epidermis facial adoquinada. Siempre esta en su punto de hervor para aprovechar la “collá”, se considera imprescindible, pero a veces, sólo es impresentable.

Macarra…sin comentarios.
Ladronazo, suele esta especie de persona codearse con gente noble. De fácil verbo y larga mano. 

Entre los insultos a tener en cuenta y que son ofensivo según la mayor o menos sensibilidad de oyente, hay unos cuantos que pueden servirnos de ejemplo.

            “Eres mas cabrón que D. Guindo”en Mérida  es muy ofensivo. Cipote es molesto en Córdoba. Capullo. Nabo loco.
Cojondondo es un picadillo en Extremadura a base de papas, cebolla y otras verduras, lo utilizó un amigo mío una vez y el presunto insultado lo mandó “al carajo”

Pero puestos a poner insultos que se le pueden venir a uno a la cabeza sin necesidad de tener que pensar en nadie  para animar un poco la falta de inteligencia y la pobreza mental de algunos insultadores.

No crean que son inventados,  que mi trabajo me ha costado recopilarlos de bocas de mastuerzos y cantamañanas y más de una vez he tenido que provocar situaciones para que a estos se le afloje la boca para dar rienda suelta a lo que llevaban dentro...

Algunas perlas las he recogido de la prensa y de discursos de políticos sobre todos de mi genial e impresentable Arfonsso Guerra, que con ese sentido del humor más propio de  las avispas  ha ido desglosando por la geografía política burradas que uno duda si el peritaje del que hace gala es PERITO de LUNAS O DE MULAS... Normalmente le suele agradar a una parroquia empobrecida intelectualmente.

Borrel en un ataque de ingenio llamó a Teofila Martínez, alcaldesa de Cádiz, nada menos que  PERRA. Teofila Martínez no habla... LADRA...

ANALFABURRO... este insulto es bonito y fino.
PERRO JUDIO... Nuestra educación cristiana ha hecho que nos comportemos con los judíos bastante mal, incluso la Iglesia, hasta no hace mucho,  pedía “por los pérfidos judíos”.

LARVA BABOSA.
CAPULLO... este es clásico donde los haya...
TRASVESTORRO VIEJO. Es un tanto despreciativo tirando a uno mas uno o a tres en uno  igual a cinco. Espero que se entienda.
ERA UN CAPULLO INTELIGENTE para los sabiondillos e ilustrados... Niño que tanto sabe hasta la de un burro le cabe.
BABOSO... HUÉLEME LOS PLIEGUES DE MIS ALMORRANAS...
PICHA FLOJA.
VISCERA PUTREFACTA Y MALOLIENTE,
VETE A TOMARPORCULO.
CHICA... SOLO ERES GUAPA POR DONDE MEAS.
ZORRA... pero a mi uno de los insultos más originales que he podido copiar ha sido uno que me ha llenado de emoción y ha estado a punto de que se me salten las lágrimas y no es otro que haber oído con estos oiditos míos: ERES UN CABRONAZO SUPREMO

En Cádiz hay un insulto para llamar tonto a alguien, otros dicen que no es insulto sino devoción hasta el límite del cadismo más cutre:

            Tu tienes el carné de tonto, eres cargaó de semana santa, sales liao con los “armaos, eres el primero en la chirigota y pa colmo has hecho el servicio militar por la Cruz roja, si no tienes el carné de tonto te lo tienen que dar por cojones…y  se termina con “un picha”.

Tontarrón
Torrija  ¡que torrija tienes, picha!
Empanao
Fantasma
Fantasmón
Mamón
Mamoncete
Mamondrin
  


Follapoquito.
Follavieja y ya para terminar este apartado terminaremos con uno de carácter genial.

MALA SANGRE... que tienes muy mala sangre y eres mu cornuo, y no  haces nada mas que hacer sufrir a tu padre, Dios te lo debería pagar con la misma moneda y morirte como un perro. Hijo de puta. Este insulto es muy familiar. Se suele decir cuando alguien trata mal a un familiar que lo ha hecho todo por él.

Pero no es lo mismo MALA SANGRE que MALA SOMBRA, según quien lo diga... entre los gitanos MALA SOMBRA tiene una connotación muy fuerte.

Me cuentan que una vez un gitano le dio un “paipasando”  a su esposa y ésta con la cara señalada fue “al papa” a quejarse. Este viendo lo que le habian  hecho a su hija se dirigió el marido  “garrota en mano” y le pidió explicaciones.  El maltratador le explicó que la cosa fue, que le cogió el humor en mal momento y que venía un poco “ajumao” y que su hija se lo echó en cara y de camino lo llamo MALA SOMBRA  y el “buen papa” le dijo a su yerno, dando con la garrota en el suelo : ¿ y no la mataste?

TONTO DE BABA, es muy antiguo. Hoy esta en desuso por motivos obvios. Hay una especial sensibilidad hacia estas personas que  sufren esta discapacidad síquica y hay que estar muy ofuscado o ser muy lerdo para aplicarlo.


Perro
Comeculo
Chivato

En mi época de trabajador de los astilleros se solía aplicar a aquellos que arrastraban el trasero dejando a los demás compañeros tirados.

Comemierda…se vende fácilmente. Hombre sin criterio. Tiene connotaciones de arrastrao y de muchos más.

NO VALES NI “PASTA ESCONDIO”, CEPORRON.

Después están “los insultos escolares”, que han dejado de utilizarse porque aunque el maestro sólo exprese lo que la naturaleza normalmente le ha   dado al alumno, estos, basándose en el libro gordo de Petete y en el defensor del niño en sus miles de facetas aunque sea en las de su maldad y en todos los derechos que el niño ha ido ganando a base de caprichos y dejadez de los padres entrarían...los insultos como: tonto, ceporro…. Bueno esto de llamarle a un niño “tonto” puede traerle al profesor, maestro o licenciado un expediente y tener que estar jodido y a voluntad del niño y de sus padres el tiempo que estos lo tengan a bien. Eso si, un niño le puede decir a un profesor UN SONORO HIJO DE PUTA y el maestro, profesor o licenciado, deberá volver la cara hacia otro lado y decir: QUE BUEN TIEMPO HACE ¿VERDAD? Porque naturalmente son cosas de crios.

¿No es sospechoso que haya tantos maestros que quieran dejar la enseñanza siendo esta profesión una de las mas dignas de un país?

Entre los insultos mas  comunes dentro de la maldad de las criaturitas están los motes, gordinflón, cigala, por su delgadez, Pepe rana, por feo,
Garbanzo por pelón, "chocho triste"…pero ésta es otra historia

Entre otros me atrevería a poner los que hacen referencia a personas con  cierta tendencia a aficiones determinadas  y aquí tenemos

Meapilas. Suele ser un capillita recalcitrante. Pero tirando a saborio.
 Chufla…poco serio hasta para él, no es lo mismo que guasón. El chufla no tiene palabra ni dignidad.
Cantamañanas. Suele hablar normalmente tergiversando las cosas y va y trae sin ningún respeto. Suelen crecer como las setas…

Y en Alcalá hubo un insulto temporal, afortunadamente hoy en desuso, como era el de TARCISIO, sinónimo de engañado, memo y confiado.

Tengo que terminar porque el tiempo me pide que deje el insulto y vaya a decirle al cabrón del vecino que como no haga callar a los perros me VOY A CAGAR EN TOAS SUS CASTAS… O MEJOR…¿ ESCRIBO LA VIDA DE LUIS ROMERO?.

Antes de poner punto y final quisiera reflejar un INSULTO  muy propio de nuestras tierras y este no es otro que llamarle a uno MOJON. El insulto mojón puede admitir variaciones tantas que él sólo necesitaría un tratado. Que bien suena en una conversación cuando uno llevado por la pasión de la discusión llamarle a uno en un momento ¡MOJON!  ¡O ERES UN MOJON! Y más cuando a este insulto le añades un especificativo ¡ERES UN MOJON DE MIERDA!  O eres un ¡MOJON PINCHAO EN UN PALO!

Yo no recomiendo a mis lectores la practica del insulto por el insulto pero comprendería que en cualquier momento y llevados por ese cariño especial que mis amigos me tienen, en un punto determinado  de la vida me podáis llamar: “MANOLO, CABRONCETE”, lo tomaré como una muestra de afecto y, yo, como sé que lo decís con cariño, os responderé: ¡¡COMO SOIS MARICONSONSONES!!

Y un consejo  gratis, no NOS COMPORTEMOS EN LA VIDA como  MARRAJOS O BERRACOS, por no decir CERDOS.


MANUEL GUERRA MARTINEZ  AGOSTO 2003

TENGO UN CORAZON

Gotea con insistencia la FUENTE SALADA
También gotea mi corazón con insistencia
Un corazón ya ajado y acompañado de vísceras sospechosas
Un hígado con sabor a manzanilla
Un páncreas silencioso y dolorido
Y una voz rota por el polvo de la tiza.

Me acompaño yo mismo como puedo
Y soy esclavo de  la negra nicotina
Y por ello me cuesta subir
Con más esfuerzo que otros
El duro camino de la vida.
Lo noto cuando salgo de mi casa
Y subo por las cuestas de mi pueblo
Como si se tratase de una eterna avenida
Allí me paro, suspiro, disimulo y pienso
“o dejo de fumar o aquí fallezco”
“Ahora no puedes”
Me dice el corazón acelerado:
Has encontrado un amor tierno y dorado
No serás tan cobarde y me abandones.
Mi corazón me ha hablado seriamente.
“pórtate bien conmigo
Quítate de los vicios y los excesos
Sólo te tengo a ti para llevarme,
Juntos formamos un equipo.
Yo te ayudaré
Pero tú tienes que ayudarme
Para poder vivir decentemente
Aunque sea un poco mas.
No te pido vivir eternamente...

Manuel Guerra

miércoles, 19 de enero de 2011

SOLO SE NACE UNA VEZ



El que ser rie de si mismo
 se rie con los demás.    
Nunca  de los demás.


                                                                          
Me  lo estuve pensando bien antes de nacer. El año 1947  había sido para Cádiz muy desgraciado. Media ciudad voló por los aires. Las bombas minas depositadas en los astilleros explotaron y hundieron a  la “Tacita de Plata   en la miseria. Habían muerto muchos niños  en  “ LA CASA CUNA”. 

            El cielo se abrió como una rosa de sangre y desde Alcalá se vió  aproximadamente a las diez de la noche una  gran llamarada que cubrió todo el horizonte.

La otra media lloraba preocupado. Desde las entrañas de mi madre oía a ésta decir ¿ Cómo estará mi tía Teresa?. Fue una noche de espera e impaciencia hasta que por la mañana empezaron a llegar noticias por teléfono. Las desgracias se habían dirigido más a  los edificios que a las personas. Casi todos los niños del Hospicio sufrieron las consecuencias. El resto de la ciudad se pudo librar gracias a las murallas que la rodean. Para lo que fue aquello murieron pocas criaturas.

No teníamos bastante con la explosión, que a los pocos días me llevé otro sobresalto en la barriga de mi madre. A un tal Manolete, torero, lo había matado un toro en Linares. La mitad de la gente que no lloró en la explosión, estaba llorando ahora. ¡¡ Qué desgracia!! Se oía decir en todos los sitios. Toda España se puso luto. Con la muerte de Manolete se olvidó un poco el tema de la explosión y se oían los comentarios... que si la culpa la había tenido la penicilina en mal estado, que si hubo negligencia de los médicos... todo el mundo opinaba, e Islero, el toro de la cogida, se hizo tan famoso como el torero.

Con estos antecedentes, no sé cómo mi madre me pudo aguantar en su vientre.  Quizás lo hizo porque yo fui concebido en la estación de las flores,, en el revoloteo juguetón de las mariposas, cuando los trigos están peleándose por dar los frutos, cuando el campo es una alfombra para la vista, cuando los pajarillos buscan en el calor del celo, pintar de colores los espacios eternos  de los campos de Alcalá. En la estación de los amores. El amor y no otra cosa me hizo ser cumplidor.

La luz eléctrica  apenas había llegado a Alcalá. Las familias humildes teníamos que conformarnos con la luz tristona y raquítica  que el Ayuntamiento suministraba y que se “iba” al menor movimiento del viento o con la lluvia pertinaz y monótona  de los días del invierno. La eléctrica  Nuestra Sra. De los Santos, aún no había acogido bajo su manto luminoso a la mayoría de los hogares alcalainos. Eran tiempos de apagones y de quinqués.. Menos mal que Paco Serrano, su dueño, no tuvo que intervenir con alguna “subcontrata” en la creación del mundo, si no, Dios, se hubiese visto negro para alumbrar la “bola”. Por eso viendo yo que aquel año ya se había despachado a gusto, decidí retrasarme un poco y ver mi luz primera  al año siguiente, es decir: . En el glorioso  de 1948.  Al fin y al cabo era cuestión de esperar unas horas.
 La última fiesta de Navidad, metida en frío,  no fue muy alegre. Mi madre contando las contracciones y mi abuela Petra  dándoles consejos para que respirara, como había visto hacer a la señora americana  cuando estuvo en Hawai. Mientras pasaban el tiempo y los dolores, mi abuela, que se había venido del campo expresamente para estar con su hija María en estos momentos, le contaba, para distraerla, historias que casi nadie se creía por lo fantásticas que eran, pero que amortiguaban las cabezadas que yo daba, intentando abrirme camino hacia la vida. Después de casi veinticuatro horas de dar la lata  conseguí sacar la cabeza y lo único que se me ocurrió decir fue: ¡ Hola, aquí estoy!. Eran las seis de la mañana del día dos de Enero de 1948, viernes, día  de los santos Basilio, Gregorio, Adelardo y Macario y no quería despertar a los vecinos con mis impertinencias. Pero a cambio me permití el lujo de darme unas buenas llantinas para demostrarle a D°  María, la partera, a Pepa Rivas, a Anita, la ropera, a Ana Herrera, a Curra a Francisca Lozano... y a toda la calle Nuestra Señora de los Santos que yo HABIA NACIDO. La mañana aún estaba estrellada, los gallos de la Veredilla cantaban sacando mas pecho que nunca, alguna lechuza ululaba en los eucaliptos de la Coracha. Un frescor de vida se dejaba venir por el Prado y en la calle un grupo de campanilleros con “resaca” empezó a cantar:

¡ Que lindo churumbel,
¡ Que lindo churumbel!
Nos ha nacido hoy,
En el portal de Belén.
    
Aquello fue como un mensaje que estremeció a todos los presentes.  ¿ Me estaban cantando canciones lo mismo que al niño Jesús¿   Sentí en mis tiernísimas carnes que la naturaleza  me estaba predestinando para algo grandioso y mi cabeza, envuelta en kilos de inocencia, empezó a captar todos los mensajes que me estaban entrando por los oídos. ¡ Qué cosa más bonita!  ¡ Que pelirrojo y blanquito es ¡ ¡ No he visto un niño más bonito en mi vida ¡ Se parece al niño Jesús del Beaterio... ! Aquello de parecerme al niño Jesús del Beaterio me sonó un poco extraño y no pude comprenderlo en aquel momento, pero años mas tarde me di cuenta  de que los que así hablaban no se habían equivocado ni un ápice en sus apreciaciones, y que los que cantaban ¡ qué lindo churumbel, qué lindo churumbel ¡ estaban en lo cierto y no habían dicho una verdad mas grande  su vida. IN VINO VERITAS. Esta frase no la dije aquella madrugada porque entonces yo no sabía tanto como ahora pero desde aquí me pongo lo que quiera  con el que quiera que eso era verdad.

Lo primero que hice cuando nací fue echarle una mirada con mi s pequeños ojillos a los alrededores de la cuna. Enfrente de mí había a un almanaque recién estrenado que tenía dibujado a un señor vestido de rojo y con el corazón por fuera de la camisa. En principio creí que era mi padre, pero según fui dándome cuenta, no lo era, porque mi padre al ponerse tan contento con mi nacimiento había salido al momento de ver yo la luz primera. Bueno, la luz , luz ,no fue, al menos la eléctrica, porque ya a las seis El Ayuntamiento la había cortado para los pobres y por lo tanto me tuve que conformar con el resplandor que me regalaba el MATAGAÑANES y la luz del quinqué que alguien había encendido  y  colocado encima de la cómoda.

Mi padre con la alegría del acontecimiento y porque había tenido un varón, salió por todo el pueblo, como el pastor bíblico que encontró a la oveja perdida exclamando:  ¡¡Alegraos conmigo, alcalainos de la calle LA SALADA O DE NUESTRA SEÑORA DE LOS SANTOS, alegraos conmigo, porque me ha nacido un varón a quien voy a poner   por nombre Emmanuel que significa: . DIOS CON NOSOTROS...!! Y mi padre se alegró tanto que estuvo tres días celebrando con sus amigos mi nacimiento, hasta tal punto que tuvieron que buscarlo por todo el pueblo para que fuera a apuntarme a la Iglesia  y al registro civil.  Se había enclaustrado en el horno del MAURO y con la alegría no daba señales de paternidad.

Lo de mi nombre, eso de ponerme Manuel, siempre ha sido un contratiempo para mí. Por aquel entonces no pude protestar por razones obvias, pero más tarde, he presentado protestas y protestas, eso sí, sin respuesta alguna. En la primera semana  del año me liquido todas las fiestas, mi santo, mi cumpleaños y reyes, con lo cual parece que me vuelvo pesadísimo y al personal le parece que siempre me están haciendo regalos, cosa que como muchos de mis amigos y lectores saben, no es verdad. Pero mi abuelo Manuel Martinez se lo merecía.

Sobre la cabecera de la cama que yo suponía que era de mis padres había un crucifijo negro, porque el bronce estaba ya un poco pasado, aunque el crucificado tenía una  cara que parecía sentirse a gusto. Yo creo que hasta me sonreía cuando lo miraba. ¿ Me estaría convirtiendo, desde mi cunita, en un nuevo Marcelino? ¿ Me abandonarían mis padres por cuestiones ajenas  a mi voluntad en la puerta de cualquier convento?. Me estremecía que con solo horas de vida ya pudiera estar planteándome tantas cuestiones sobre la vida, sobre el futuro en general y filosofando mas que Segismundo el de Calderón.

Sobre el lateral de mi  cuna, una estampa que me ha acompañado toda mi vida. Desde mi inteligencia de leche, tengo gravado el cuadro del “ Angel de la Guarda” que con sus alones tremendamente grandes protegía a dos tiernos y juguetones niños que estaban cruzando un puente. Naturalmente que uno de esos niños era yo y el  “otro” la tonta de mi hermanita que lo único que hacía era acercarse a la cunita  donde  yo pasaba mis horas de recogimiento  para molestarme y donde crecía en sabiduría, en bondad y... físicamente. Ella siempre me despertaba y cada vez que se acercaba me metía un dedo en un ojo, se ponía a llorar y mi mamá le decía: no molestes a Manolito. No es que yo fuera un egoísta que quisiera para mi solo el cariño de mi madre y no estaba dispuesto a compartirlo con nadie más; no, es que mi hermana me distraía de mis hermosos pensamientos y no dejaba remontarme por los espacios celestiales de mi imaginación.

Este ángel al que siempre hemos llamado los chiquillos “de la guarda” me acompañó, y me acompaña todavía, fué y es apoyo y sostén en momentos de dificultades, la roca y el refugio de mis indecisiones y el descanso de mi alma cuando hacía algo difícil y me salía bien. Desde la cuna le dedicaba besitos callados y oraciones sin palabras. Tan solo mi mirada tierna ya era para el Santo Angel, una alegría, porque entre los dos hicimos una comandita que más la quisieran para ellos otros niños; y es que al Angel de la Guarda de mi pared yo le ofrecía oraciones tiernas y dulces como mi inocencia, calladas y recogidas, como se tratan los secretos más íntimos.

Mas tarde me enteré que también respondía al nombre de “Custodio”, pero para mí, siempre ha sido y será “el de la guarda” y entre los dos formábamos una pareja mas unida que la de la guardia civil. Sólo nos faltaba el tricornio y el bigote.
Va por ti.

Ángel de mi guarda,
Dulce compañía ,
no me desampares,
Ni de noche ni de día.

Esta pequeña poesía que desde mí más tierna infancia aprendí, no era necesaria que yo se la declamara a Él, porque Él sabía  donde estaba yo y yo sabía donde estaba Él.

Por los alrededores de mi cunita se esparcía un olor a bondad que hacía que las vecinas vinieran a mi casa a las horas más intespectivas a contemplarme, esperando que yo les mostrase mi sonrisa matutina o vespertina, que a todas horas estaba yo dispuesto a prodigarme.

Por las rendijas de uno de los balcones penetraba la luz juguetona de la mañana. Se descolgaba  hacia mí en las motas de polvo del espacio y llegaba hasta la cabecera de mi cuna.  ¡¡Dios!!, ¿ Qué es esto’?.  A veces me daba miedo de mí mismo. No se pueden imaginar mis lectores queridos, cuantas emociones implica el darse cuenta de que uno está predestinado para cosas grandes. ¡ Cuánto saltaba mi corazón de gozo cuando descubría algo nuevo!.

Colgado de la pared, casi a mi espalda, había una estructura de escayola, donde estaba reunido un grupo de amigos que al parecer estaban celebrando algo. En el centro estaba el mismo que el del almanaque que tenía el corazón al aire libre pero esta vez estaba un poco más cubierto con algo parecido a una túnica. Tenía un pan en la mano y el resto, muy serio, esperaba que lo repartiera. El cuadro aquel lo veía cada vez que mi madre me tomaba en sus tiernos brazos para darme de mamar. Yo, al principio pensé, que al estar presentándome aquel señor el pan de forma tan ostensible, me estaba indicando que la leche me la tenía que tomar migada, que tendría que pasar del pezón a la cuchara y no estar agarrado, como un mamoncete vulgar a la tetita de mi madre. Pero no. ¡ Qué inocente era en estos primeros días de mi vida! Aquello no era un comedor social como en un principio pudiera parecer. Aquello representaba una cena y una cena muy importante y por lo oído en las conversaciones que las figuras tenían en el silencio, allí se estaba fraguando algo gordo. El del pan estaba diciendo a los demás... que tenía un especial interés en estar allí... que uno lo iba a entregar... que si lo que vayas a hacer hazlo pronto...  Con estas palabras el del pan,  que luego me enteré por Isabel Piñero, mi vecina, que se llamaba Jesús, estaba mosqueando al personal.

En la esquina había uno que se parecía mucho a mí, bueno, se parecía en el pelo. Era de un pelirrojo intenso, solo que lo tenía con muchas mas greñas, mientras mi pelo era suave al tacto y agradable a la mirada. En la esquina contraria, algunos hablaban de este pelirrojo y se decían entre ellos: pelirrojo tenía que ser para ser bueno ( esto lo decían con cierto “aquel”). Este, cualquier día nos da un disgusto... Si es que no puede ser. Hasta que uno  que se llamaba Pedro saltó de la reunión y dijo en voz alta:

Ese apóstol que está ahí
No es apóstol de verdad,
Que es un bribón sin vergüenza
Y que ha venido a comer
Y cuando coma se va.

Cuando el pelirrojo oyó lo que oyó, no esperó nada mas y se salió del cuadro, dejando a unos preocupados y a otros liados con la conversación. También es verdad que el del pan ya le había dado un toque antes diciéndole que “ fuera a hacer lo que tenía que hacer y cuanto antes”.

Antes de desaparecer del cuadro se volvió, cogió un monedero, que por cierto, después me enteré que se llamaba Judas, y ya en la puerta, dijo en voz alta: ¡ Me llevo el dinero porque de ahora en adelante no lo vais a necesitar!. Y pegó un portazo.

Cada vez que mi madre me daba la teta mirando el cuadro, siempre se me representaba la misma escena y siempre el pelirrojo hacía lo mismo. ¡ Ay, si yo hubiera sabido entonces lo que iba a ocurrir después, ¡ cómo hubiera cambiado los acontecimientos!  Lo primero que hubiese hecho habría sido avisar al del pan y le hubiera dicho: ¡ quítate de en medio y pronto!. ¡Escóndete en el campo de Francisco Lozano, el profesor del Parque que allí no te va a encontrar nadie, pero no, por lo visto prefirió un olivar.

Mis días iban pasando entre chupadas al “chupe”, teta a su hora, cambio de trapos en la suya y polvitos de talco “ cada vez que me iba por las patas abajo”.
Esta expresión es muy vulgar y así la reconozco, pero me parece más elegante que decir lo que decían las vecinas cuando se acercaban a mí. Maria:  “Este niño está hasta las trancas”. ¡ Pobrecito se ha vaciado! ¡ Cómo está el chiquitín de excrementos! ¡ Cómo hiede la criaturita! ¡ “ Este niño está podrido!, no digo mas  porque sé que me leen niños pequeños  y no quiero herir su sensibilidad.

 Yo seguía en mi mundo interior memorizando las canciones o poesías que me madre me cantaba o recitaba mientras mecía mi cuna lentamente.

¡ Qué hermoso se ve el puente
De piedra sobre el río!
Abajo la corriente;
Arriba el caserío.
¡ Qué hermoso se ve el puente
De piedras sobre el río!

Como buen cristiano que quería ser y perteneciente a familia cristiana que eran mis padres, me llegó el momento soñado de entrar con todos los derechos en el seno de la IGLESIA CATOLICA, APOSTOLICA Y ROMANA. Hasta ahora mi porvenir en caso de muerte” toco la cunita “ era, a lo más, irme al limbo que es donde muchos suelen estar sin necesidad de palmarla y que es como una  especie de sala de espera antes de entrar al cielo. Mas cómoda que el purgatorio, pero donde te podías estar esperando toda la vida.. Naturalmente yo no podía ir al limbo, lo mío era el cielo y nada más. Mi idea de lo que era ser bueno iba para sacar nota, no para aprobar, como hacen muchos que quieren entrar en el cielo como si el cielo fuera como el cine de Gómez,  donde uno se podía colar, dándole coba  al Pedrero o con recomendaciones, como si fueran hijos de guardias civiles que entraban de “gañote” por ser hijos del “cuerpo”.

No señalo el día de mi bautizo por no crear un conflicto en el calendario religioso, pero cuando me bauticé lo hice por la tarde noche, ya casi a oscuras; para darle tiempo a toda mi familia a que viniese del campo y para que los trabajadores de la zapatería de mi abuelo Pedro Guerra, se asearan y se quitaran el olor a cuero y a cerote.. Yo había estado en duda para seguir mas fielmente los pasos de mi modelo Jesús, si bautizarme o circuncidarme, pero uno de los angelitos, el más flacucho me dijo que en Alcalá esto último no se llevaba y que sólo lo hacían los judíos y algunos cristianos,  pero por otras razones y ya mayorcitos, y que  dolía un montón, que te cortaban... bueno no lo cuento porque me da grima el hacerlo. Opté por lo clásico, agua del pilón. Mis  padrinos, mis abuelos de “LAS VIÑAS”. Manolo y Petra, relucientes. Él con mascota de fieltro con pluma de gallo inglés, terno gris, reloj chapado en oro en el bolsillo izquierdo  del chaleco, recién afeitado y oliendo ligeramente a Reguera. Mi abuela, alta y seria con su moño negrísimo recogido en la nuca, traje negro de cuerpo entero hasta por debajo de la rodilla, zapatos negros de medio tacón, adornando sus orejas unos pendientes de aguamarina, recuerdo de sus años en América y cubriéndola toda  como una virgen serena, su mantón negro de toda la vida. Yo vestía a lo clásico. No fui ostentoso. Más bien iba de “trapillo”. El faldón blanco que cubría mi anatomía pagana, me lo había confeccionado mi madre especialmente para aquel evento.. Tres  capas de tela delicadamente superpuestas y con remates de punto inglés. Adornaba mi pecho un lacito azul del que pendían una medalla de la Virgen de los Santos y un escapulario del Beaterio, regalo de la hermana Lourdes, la portera.. Si acaso puedo señalar que ese día llevé un “chupe” nuevo obsequio de D. José, el de la botica de la Alameda.

El agua me cayó como un tiro. Me cogió de sorpresa. El padre Lara no avisaba, te echaba el chorreón y después preguntaba. Pasé el mal trago sabiendo que nada fácil agrada a Dios y que ya era a todos los efectos, socio y colaborador de la Iglesia. No fue una celebración muy sonada, preferimos resaltar más el hecho religioso que el acto pagano del convite. , y sólo hubo unos vinos dulces con piñonate para las mujeres, unos bizcochos exquisitos y algunos productos que habían quedado de la navidad: polvorones, rosquitos de vino, alguna torta de Inés Rosales y un chocolatito  que había traído mi tía abuela Juliana de Algeciras que hicieron las delicias del vecindario. Para los hombres garrafa de Chiclana, un poco de asadura en manteca que puso mi abuela Inés, unos chorizos también en manteca, un queso emborrado de cinco meses de curación que mi abuela madrina había traído del campo y para todos, hombres y mujeres coñac y anís. Juan Panera llegó tarde trayendo en un gran dornillo un  refrito de los que él hacia y que le puso los colores a cada uno fuera de los carrillos. Era una especie de gazpacho caliente de los muchos que él hacia. En un perol de aceite  abundante le había echado bastantes dientes de ajos cortados en láminas, una vez dorados le vertió un par de conejos cortados de la forma que se hace en Alcalá, respetando las nueve partes, cuando estuvo el conejo  le volcó un par de cientos de espárragos, y una vez que todo estuvo frito le añadió una buena jarra de agua caliente y después abundante pan de campo asentado de varios días, tres o cuatro huevos duros cortado a trozos y a esperar que se empape todo con las sustancias del dornillo. Su “machacao después”. Las mujeres se comieron su platito pero los hombres arremetieron con las cucharas y las navajas  en el mismo dornillo.

Yo tenía mucho interés en bautizarme  con agua de la “Fuente de las Presillas” que era famosa desde mucho tiempo atrás por romper las piedras de los riñones. A ella venían desde cientos de kilómetros personas aquejadas del mal de piedra buscando el alivio para sus males. Años mas tarde cuando la voz se corrió de que el agua de la fuente era buena, por su composición química para desmoronar las piedras empezaron los pacientes a depositar en sus alrededores, entre los acebuches, lentiscos y zarzas, santos rotos, pedazos de estampas, cartones de almanaque con figuras de santos y a considerar que el agua hacía milagros. Naturalmente los vecinos tenían otra idea de los milagros, porque los alrededores de la fuente se convirtieran en un lugar cochambroso y sucio que era un peligro para los animales que se comían los desperdicios abandonados en las excursiones sanitarias.

Cuando yo nací aún no les había entrado a los enfermos el pique de la milagrería y la Fuente de las Presillas era un lugar tranquilo que recogía en el frescor de su entorno a vaqueros, porqueros... y a cuantos accedían al cigarro amigo y a la conversación relajada. De allí retiraban agua para todos los alrededores, para beber, para amasar... para el gasto de la casa. Todos los años se limpiaba por mis abuelos del Zarandeo y estos tenían como concesión inmemorial el usufructo del sobrante para el riego de la huerta. Mi abuelo hubiese estado dispuesto a traer un cántaro de la milagrosa agua de las Presillas y yo creo que llegaría hasta a consultárselo al vicario de Alcalá, D. Manuel Barbera Saborido, pero me temo que para evitar conflictos entre los niños de Alcalá y yo entre ellos, me bautizaría con el agua de siempre: la de los Regajales, que no es mal agua pero no es igual que la cantarina y soñadora agua de las Presillas.

¡ Qué feliz me encontraba viendo a tanta gente feliz!

Mi padre estaba reluciente y hermoso. Mi  madre me tenía en sus brazos. Unos vecinos entraron y preguntaron ¿ y Manolito?...y dijo alguien “ lo conoceréis porque está envuelto en pañales y recostado en los brazos de su madre”. Y siguieron pegándole a los avios del bautizo.
           
Aquella feliz noche de mi bautizo, mi madre, después de haberme dado de mamar me depositó entre los calentitos pañales de calostros y miel. Los cuatro angelitos  que cuidaban las cuatro esquinitas de mi cuna me estaban esperando sentados en el filo, con las alitas colgando, esperándome para felicitarme. Estaban como “angelitos con alitas nuevas”.  No paraban de sonreírme y de darme la enhorabuena y llevados por la emoción de los acontecimientos empezaron con el ángel el cuadro donde estaba  mi hermanita  y yo a revolotear por la habitación, haciendo figuras de santos en el aire. Sus estelas de luz iban dibujando caras de niños que se habían bautizado como yo o que habían subido al cielo y estaban en el jardín de infancia celestial. Los santos inocentes, los santos nuevos o los nuevos santos. Era la habitación un desfile en el aire de piedad y de gozo. Desde la cuna se oía una música suave que envolvía cada rincón. El aire era como azul y ámbar y a través de la luz yo veía el infinito espacio del cielo. Ya no podía ser más feliz. Ya estaba donde tiene que estar un cristiano disfrutando en cada momento de lo que la vida tenía de celestial y ameno. Yo era ya más religioso, desde mi cuna, que todas las mujeres que iban por la mañana a la misa y por la tarde al rosario y a visitar la capilla de la virgen de la calle LA SALADA.

Plantearme estas cuestiones desde mi cuna no sólo me hacían feliz, sino que consideraba que a parte de ser un niño tremendamente religioso que era en lo que  me estaba convirtiendo con tanta oración y tanto recogimiento, mi espíritu estaba madurando por días. Lo que para los demás niños era un estado de imbecilidad puro y duro, repitiendo palabras o ruidos como ¡ajjo! ¡Ta-ta-ta! y pegando suspiritos para impresionar a los mayores, para mí  era un ir madurando desde mí mismo. Cuando sonaba “el maldito timbre” del despertador  a las seis de la mañana, yo ya llevaba un par de horas de meditación y recogimiento. Algunos niños de mi edad, en el momento en que despertaban empezaban a berrear como vacunos desconsolados, dándoles a sus madres y a sus padres disgustos y sobresaltos; yo me despertaba y cuando veía que mi madre y mi padre dormían, me estaba quietecito y empezaba a repasar y recordar las canciones que mi madre me cantaba, y si no, me ponía a hablar solo y a recitar plegarias para sentirme protegido.

Cuatro Ángeles tiene mi cama
Cuatro Ángeles que me la guardan.
Cuatro ángeles mi mesa tiene.
Cuatro angeles
que la abastecen.
Cuarto ángeles
tiene mi arado
cuatro ángeles
 para el trabajo.
Cuatro ángeles
El carro que me lleva.
Cuatro ángeles
Para mover sus ruedas
Cuarto ángeles
Tiene mi espíritu
Un solo ángel
el mas antiguo.

Me veía en la penumbra de la noche revoloteando por la habitación con los cuatro angelitos, haciendo, como las golondrinas, piruetas en el aire. Recortando el espacio de la cuna jugando al esconder. Yo creía conocer mi casa y siempre me escondía en los sitios donde pensaba que los angelitos jamás lograrían encontrarme; en el zapato de mi madre, en el comedero del canario, detrás del crucifijo... pero me equivocaba... siempre me encontraban. Me daban unas avemarías de ventaja para que  me diese tiempo a esconderme, pero siempre el más regordete de los cuatro, cuando cantaba:

...Quien no se haya escondido
    Tiempo ha tenido.....

Se iba derecho al sitio y me decía ¡¡ te pillé!!. Había un ángel que el pobre era más bien flacucho, con decir que yo estaba más gordo que él... Estaba aprendiendo a ser Angel de la Guarda ya que antes, según decía él, había estado de mandadero y se tiraba todo el día dando aletazos perdidos  por el cielo y los Ángeles mayores que él se “cachondeaban”  llamándolo de un sitio o de otro  y cuando llegaba al lugar le decían: no te he llamado yo, ha sido aquel y lo trataban como a un aguador novicio de los corcheros de Alcalá. Pidió el traslado a Angel de la Guarda  que aunque era más trabajoso, era más cómodo y más si te toca un niño tan bueno como yo. Eso es lo que contaba a los demás y a mí cuando nos sentábamos  los cinco en la cuna para hablar y descansar de los juegos.

Mi madre a veces se quedaba mirándome, como preocupada, sin entender qué estaba pasando conmigo. Yo le sonreía y le decía con mis luminosos y brillantes ojos: Mamá, no te preocupes, estoy bien, son cosas de mi vida interior.
           
            Maduraba tan bien y comía tan bien que pronto empecé a meterle mano a la cuchara. La cuchara para quien no se acuerde, al principio tiene un inconveniente, que hay que agarrar y tirar y nuestros padres cuando tienen prisa te la meten sin miramientos. No iba a ser yo como esos niños  grandes que no la han soltado en su  vida y siempre que había que meterla, estaban dispuesto a hacerlo, tanto mas cuando lo que había que rebañar era de “gañote”.  Esa costumbre que todavía sigue por parte de algunos que han inventado lo que se llama “cuchara bolígrafo” y siempre la tienen dispuesta para llevársela a la boca en platos oficiales.¡ Qué esfuerzo tuve que hacer yo para acostumbrarme! ¡ Qué bien estaba yo agarrado al pezón  suave y calentito de mí madre!

Pero ya venía yo despuntando en parvulito. Sin darme cuenta había pasado, de estar sentado en la zalea de piel de oveja que mi abuelo Manuel Martinez me había traído para que mi sonrosado culito no estuviera en contacto con el suelo, al  gateo feliz cual perdigoncillo alegre y vivaracho. Ya dirigía mis primeros besitos a las personas mayores cuando éstas venían a visitarme a mí y a mi madre. Ya protestaba y hacía pucheritos cuando mi hermana me quitaba los abjetos de mis juegos o cuando interrumpía mis pensamientos. Ya balbuceaba las letras y en el almanaque de la pared ponía Enero, 1951.

Mi vida está limitada
Mis días están contados
Y el dia de mi muerte
Ya se sabe de antemano.

Aún, mi infantil entender, no había tenido ningún contacto con la muerte. Había oído algunas veces la palabra “matanza” que era sinónimo de alegría, y debía de ser muy cierto porque alguien que venía de visita  pegaba unos gritos tremendos y algunos decían: abrázalo fuerte, cógele la mano, no lo sueltes... No había tristeza y todos corrían de un sitio a otro. La casa cogía un olor muy raro, a productos desconocidos. El vino corría de mano en mano y alguien hablaba de que la “pajarilla” estaba riquísima. Mi abuela se remangaba las mangas y dejaba ver sus blanquísimos brazos y unas manos rojas como nunca las había visto. Aquello parecía sangre, pero no tenía conocimiento de lo que  suponía porque lo más rojo que había visto había sido”El corazón del “Corazón de Jesús” y alguna estampa de San Estaban que tenía el pobre unos pinchos clavados en el cuerpo y por donde le salía algo de color rojo. Al de los gritos jamás lo vi.  Al año siguiente y casi por las mismas fechas apareció de nuevo por la casa, pegó los mismos alaridos que supongo que serían de alegría y desapareció de nuevo. Cuando años mas tarde me enteré de qué se trataba siempre antes de acostarme rezaba por el moribundo y no me hice musulmán por mi apego a la morcilla. Todas las noches cuando de rodillas, de cara al Angel de la Guarda rezaba mis oraciones siempre me acordaba de pedir por él, por mamá, por papá, por mi hermanita la chica, por mi abuelito, por mi abuelita, por mi abuelita del campo, por mi abuelito del campo, por mi tío Andrés, por mi tía Maria, por mi tío José Maria,, por mi tío Juan, por mi tía maría la de mi tío Juan, por mi primo Pedro, por mi tío José, por mi tía Juana, por mi tío José Maria, el del campo, por mi tía Aurora, por mi tío Jaime, por mi tío Julio, por mi tía Petra, por Pepa Rivas, por Francisca Carrillo, por Isabel Piñero, por Anita Herrara, por su padre y por su madre, por el portugués, por la portuguesa, por su burro y por su burra, por el borriquillo, por Seña Pepa por los mulos de Seña Pepa, por Antoñón, por Felisón, por el “Batata”, por todos los niños del mundo por Juanito por Benjamín por Jesusito el de Manuela Arana, por Agustín Marchante, por Catalina Andrades... casi nunca terminaba mis oraciones porque mi madre me cogía y me metía en mi cunita desde donde antes de coger el sueño y el chupe me  remataba con un par de oraciones de propina que me salían sin esfuerzo y sin que nadie me obligara a ello. Me daba miedo de lo bueno que era y  lo “rezón “ que me había vuelto. Todas estas cosas que yo guardaba en mi corazón de niño cunero, las aireaba el vecindario diciendo siempre que podía: ¡ pero, que niño mas bueno tienes, María, este va para santo o por lo menos para cura!. No sabían que yo me estaba preparando solito, sin ayuda de nadie para ser por lo pronto el niño más bueno de la calle, después, ya veríamos. Es mas, yo me olía a santo, que es un olor distinto a los demás olores, difícil de distinguir, pero que cuando uno huele como huele lo diferencia de los demás. Ya iba para cuatro añitos. ¡ Que bien hablaba! ¡ cómo distinguía las letras mayúsculas de las minúsculas, cómo me sabía hasta el diez...
Sólo me faltaba aprenderme los trabalenguas que me recitaba Arroyito en la zapatería de mi abuelo Pedro.

Guerra tenía una parra
Y Parra tenía una perra.
La perra de parra
Rompió la parra de Guerra
Y Guerra aporreó
A la perra  con la porra.
Si la perra de Parra
No hubiese roto
La parra de Guerra
Guerra no hubiese aporreado
Con la porra a la perra.
¡Cómo me sabía la vida de algunos santos!, ¡Cuanto odio le cogí al romano Daciano, ¡  ¡cómo intentaba seguir los pasos de mis modelos!.
Con cuatro añitos ya podía seguir una conversación con cualquiera que se prestase a  ello. Ya me podía tragar, sin menoscabo de mi integridad física y química, la vida de santa Casilda, de San Fernando o las aventuras del Cid Campeador. Yo repetía a todo aquel que lo quisiera oír: “El Cid fue un valiente guerrero cristiano que conquistó a los árabes la ciudad de Valencia y los venció en muchísimas batallas. Muchos fueron los caballeros que pelearon contra los moros; pero  por su virtud y valor el Cid fue el mejor de todos.”

Victorioso vuelve el Cid
A la ciudad de Cerdeña
De las guerras que ha tenido
Con los moros en Valencia.
Las trompetas van sonando
Por dar aviso que llega
Y entre todos se señala
El relincho de Babieca.

Con estas características, no podía ser mas que un repelentazo niño pelirrojo, pero no era así que yo fui humilde desde chico ante la ciencia y la cuna, pero,  ¿qué queréis que os diga ¿ Uno es como es y Dios hizo en mi maravillas para envidia del vecindario.

Desde el balcón de mi casa, desde la zapatería  de mis abuelos o desde el silencio de la lluvia y el frío oía el latir de la calle La Salada. Juan Gutierrez ( Juan Panera), era el primero que calentaba el aire de la mañana con los panecillos y los molletes. Algunas veces venía a mi casa a que mi madre le arreglara un poquito el pelo rizado que le caía por el cogote pero que se le iba yendo de la frente cada vez con mas velocidad, por más que él intentara disimularlo. Venía cuando mi madre estaba agobiada, a cambiar peinado por plancha o por faenas de la casa. Me limpiaba los mocos y otras cositas, me dormía en sus brazos y me cantaba tiernas canciones con voz de legionario. Yo me apretujaba en sus brazos oliendo a pan caliente y a jabón de Gibraltar. Juan fue un extraordinario cocinero que dominaba como nadie,  el manejo del cochino, las mantecas, los chicharrones, las manitas... además de los gazpachos y los refritos. Cuando llegaban los carnavales de Trebujena se ponía en manos de mi madre y esta le colocaba un postizo que le cubría tada la cocorota, le adornaba la cabeza de flores y colorines, se colocaba  el traje rojo de faralaes que era como la carpa de un circo y a disfrutar.
¡Calentitos los llevo!

 El Patio del Horno se convertía todos los días en un hervidero de personas que entraban y salían. Unos colocando leña en el patio para alimentar el fuego, otros amasando, los clientes pidiendo el pan del último amasijo, los kilos, los medios kilos, las teleras, las bobas...


Los niños tenían casi prohibida la entrada a aquel patio. ¡ Cómo guardaba Pepa Rivas su entorno! El día que no eran las plantas era la ropa, cuando no era la ropa era el jaleo, cuando no era el jaleo era que se fueran a jugar a la puerta de sus casa. Ni tan siquiera dejaba jugar a los chiquillos en el pórtico de la entrada los días de lluvia.  Yo no sé que le pasaba a Pepa Rivas que no se ablandaba ni con mis oraciones. La única vez que me cogió en sus brazos fue cuando me puse tan malito con la barriga  que parecía que las tripitas se me iban a salir de dolor y lo único que pedía a Jesusito, al Angel de la Guarda, al Corazón de Jesús a la Santa Cena era que el cura viniera me diera la comunión y me dejaran morir. Ese día sí, ese día se le saltaron las lagrimas a Pepa Rivas y me cogió en sus brazos mientras el médico llegaba, pero cuando me puse bueno, en cuanto al cuerpo, que de la otra forma yo ya lo era, volvió otra vez a las andadas con los chiquillos ¡ Cómo lloraba el vecindario viéndome con mis manitas juntas pedir la comunión cuando ni tan siquiera se podía nadie figurar que yo tenia uso de razón. ¡ Cómo me dirigía con mis ojitos llorosos a todos los santos de mi casa y a los de las casas de los demás. !

El niño Jesús nació, mientras no se demuestre lo contrario en un pesebre y en Belén le daban calor un buey y una mula.

Quiquiriqui
-Cristo nació.
¡En donde?
-En Belén.
¿ Quien te lo ha dicho?
- Yo que lo sé.

Mi nacimiento fue quizás lo mas parecido al del niño Jesús. Aunque yo no nací en un pesebre, lo hice en la cama de mi madre y ayudado por  Doña María, la partera. Toda mi infancia estuvo rodeada por cuadras, estancias y posadas. Casi  enfrente de mi casa estaba la cuadra de Seña Pepa, en la calle del Sol, estaba la de los Marques, en la esquina de la calle Sol Bajo, junto a la calle de la Salada, la de Andrés,  donde cabían cerca de cincuenta animales, con su bar,  su posadero y su tienda de primeros alimentos, sin contar las dos que existían  a la entrada de la calle, junto a la capilla de la Virgen de los Santos. En la  plaza de  la Cruz, en el lugar llamado LA ALAMEDA estaba la posada de la Cruz que también era fonda y pensión.  Como se ve mi salud podía ser resqresbajada en cualquier momento por las picaduras de los mosquitos “cagajoneros” que pululaban por el pueblo buscándose la vida y la sangre. Todo esto sin contar, corrales de gallinas, herrerías etc. Menos mal que las golondrinas que siempre han sido bondadosas con los niños buenos se posaban en los cables que daban al balcón de mi casa y arremetían contra los mosquitos que querían chuparme la sangre y se llevaban todos los día los buches llenos a costa mía. La vigilancia  de mis carnes sonrosadas y tiernas, servían de cebo para los dípteros que  disfrutaban mas conmigo que con el bueno de Jesucristo, a quien le quitaron las espinas de la corana, no sin llevarse las pobres algún pinchazo en sus aplanados picos.

Cuando las golondrinas les quitaron las espinas  de la corona de Jesús adquirieron de por vida el derecho a no ser molestadas jamás. Nadie se atrevía a caer un nido de golondrina, una vez que estuviese hecho. Mientras los animales estaban embarrados te podía permitir caérselo, una y otra vez en un pulso a ver quien tenía mas paciencia, pero una vez que el animal había colocado la primera puesta, adquiría el titulo de intocable. Lo que más se podía hacer era quejarse por el modo cómo te ponían el suelo y la pared Si por cualquier casualidad se te ocurría caerle el nido ya hecho “ el Señor te castigaba y te podían salir unos golondrinos en el sobaco que te podían causar unas fiebres muy altas y en algunos casos producirte la muerte”. Estas historias corrían entre los chiquillos que al llegar la primavera rebuscaban por los alrededores del pueblo los nidos de jilgueros, de chamarines, de sisones... y todavía no se les había caído el moco de encima del labio cuando ya andaban en las labores de las perchas, las jaulas y los grillos.

Yo seguía creciendo. Naturalmente iba embuchándome de conocimientos y de bondad. Cada día era para mi una aventura, una experiencia nueva. Cuando salía de la manita de mi madre, no tenía oídos ni vista nada mas que para el aprendizaje. Cualquier cosa me llamaba la atención. A pesar de haberme dado cuenta ya de que el hombre era el ser más perfecto de la creación, no por ello dejaba de admirar a cada animal que me encontraba en la calle. Las plantas de los patios en sus latas me traían perfumes que la naturaleza había puesto allí par mí. El rosal lleno de flores diminutas y encarnadas me alegraban mi infancia feliz y despreocupada.
Y yo preguntaba con mi pequeña voz.
¿Qué es el perro? Y contestaba mi mamá: un animal.  ¿Y la rosa? Un vegetal. ¿Y el hierro? Un mineral y mi madre me decía llena de cariño y compresión:
pues estas tres cosas,
que tú me has nombrado,
son los tres reinos,
que Dios ha creado.

Yo estaba hecho un campo abonado para la cultura y los conocimientos. Cualquier migaja de saber que cayese sobre mí, florecía al instante, enraizaba en mi alma y al poco tiempo se me iba al tallo buscando dar sus frutos. Yo observaba que los demás niños, no eran como yo. Eran más duros en la adquisición de materia cultural. Les costaba mas digerir la alfalfa pedagógica que la vida les ofrecía a sus tiernos dientecillos  infantiles. Sus mentes  parecían pedregales yermos donde sólo crecían malas palabras y malos modos. Había niños de mi edad que se peleaban por los chupetes, escupian e incluso decían palabrotas y es que sus padres los llevaban con ellos a los bares y en los bares aprendían lo que aprendían. Ya pasaba mi tiempo oyendo vidas de santos. ¡ Cuantas veces me tiraba horas y horas esperando que viniera alguien a mi casa para deleitarme con las historias de los niños que entregaron su vida por sus creencias!  Cómo lloraba oyendo la vida de Santa Eulalia a quien Daciano  mandó  que rasgaran sus carnes con garfios de hierro, chamuscaran su cuerpo con antorchas, desencajaran sus huesos en un potro y echaran cal viva sobre ella... y la catalana      o extremeña, gritando: ¡Podréis quitarme la vida del cuerpo, pero no me quitarás la vida eterna! Finalmente la pusieron en una cruz y su cuerpo subió al cielo. O la vida de esos niños, los santos Justo y Pastor. Estos chiquillos eran de Alcalá ( de Henares) y se enteraron que Daciano quería que todos adoraran a los dioses paganos y ellos le dijeron que no. Y Daciano que tenía la mano ligerilla, no hay mas que ver lo que le hizo un poco mas arriba a Santa Eulalia, después de azotarlos, les mandó cortar el cuello. Cuenta la leyenda que sobre las piedras donde le rebanaron las cabezas quedaron impresas milagrosamente sus huellas.

A estos santos les pasó lo mismo que al ladrón que fue a robarle a la Virgen a nuestro Santuario  y con los nervios, porque le estaba robando las cosas a la madre de Dios, en su carrera perdió pie y vino a caerse en la puerta  que está mirando al olivar y allí dejo grabada su mano pera recordarles a todos que a la Virgen no se le roba, que eso es un sacrilegio que es muy difícil de perdonar. Cuenta  la leyenda que para que le huella se quedara grabada la Virgen de los Santos  contó con la colaboración de un picapedrero de los muchos que trabajaban la arenisca en los alrededores de la ermita. La historia está ahí y no deja de ser bonita y además reforzaba el valor del poder de los santos y de las vírgenes.

Pero había alguien por el que yo tenía verdadera devoción y no me hubiese importado haber nacido muchos años antes y haberme perdido un montón de cosas en la vida por haber gozado de su compañía y por que no decirlo, del olor de su santidad. Este no era otro que el sin par San Tarcisio a quien yo no me cansaba de imitar aunque solo fuera con el pensamiento.
             
San Tarcisio era monaguillo nada menos que de San Calixto, yo solo lo era y aun no estaba fijo, del padre Lara, del padre Quintero y excepcionalmente del Padre Barbera. Y los cristianos se valían de él para llevar la comunión a los presos cristianos que estaban en la cárcel “mamertina”. El  día quince de Agosto del 257, cuando iba a cumplir su sagrada misión fue detenido por un grupo  de soldados. Le dijeron que le enseñara” lo que llevaba escondido debajo de su vestido, pero él se negó rotundamente. ( El romano tenía que ser un  mondrigón imperial.). Le dieron cuartelillo  y quisieron quitarle las sagradas formas pero se negó a ello y dijo con energía”: ¡¡Jamás entregaré a perros rabiosos el cuerpo de mi Dios”!! Si Morilla, el hijo del sastre, hubiese tenido la suerte de haber nacido en aquel tiempo se hubiese lanzado al pescuezo del romano y le hubiera dado una “traganta” que al romano se le hubiesen quitado las ganas de meterse con Tarcisio: Bueno  era Morilla con las cosas de Tarcisio. Pero Morilla no estaba allí ni yo tampoco y así pasó lo que pasó. Al pobre de Tarcisio nuestro ídolo lo enviaron al cielo de una paliza. ¡ Qué bruto hay que ser¡. 

¿Donde estabas Viriato?

Por su valor y heroísmo
Viriato, Pastor lusitano,
Es llamado por la historia
El terror de los romanos.

Desde chico tengo la ilusión de ir a París a la casa de San Vicente de Paúl, donde están sus restos para rezar ante sus reliquias.

Yo no quería nada más que ser santo. Y me hubiese ido a tierra de moros para recibir la palma del martirio, pero... ¿ a donde me iba?, ¿A la Alameda a que el moro Oncala me sacrificara?, ¿A la mesa del Esparragal para que el moro Juan me crucificara o me jugara a las cartas?  ¿ A Ceuta?... no lo tenía yo muy claro pero para ir moldeando mi carácter en santidad me metí  de lleno a monaguillo  y empecé a prepararme para recibir a Jesús en mi pechito. Es decir: LA PRIMERA  COMUNIÓN.

No fui feliz, al contrario de lo que se ha escrito por ahí sobre mí, el día de mi primera comunión no fue feliz, al menos no todo lo feliz que yo hubiese deseado y que  me merecía. A algunos niños se les partía la boca diciendo: “Este es el día más feliz de mi vida porque recibí en mi albino pechito a Jesús bajo la especie de pan”.  Las niñas decían lo mismo, pero en vez de albino pechito decían: pechillo en flor que a mí me sonaba mejor y sin duda es más florido. Y no fui feliz porque empecé a darme cuenta ( bueno yo ya me daba cuenta de todo, pero a darme mas todavía), que la primera comunión algunos niños la hacían no para recibir en su “albino pechito” o en su “pechillo en flor” el divino cuerpo de Jesús, sino para presumir. Y lo demuestro.

 Pepa Candelera, costurera a domicilio, me había hecho un traje de marinerito que me quedaba de dulce. Si acaso me faltaba el “ lepanto” para ser un auténtico  héroe de la armada española. Mis zapatitos blancos de charol me los había comprado mi madre en lo de Vasconia, que tenía una niña llamada Juanita que ya conocía las mieles del Sagrario del año anterior y sabía de zapatos y comuniones, y le ayudó a mi madre a escogerlos. Los zapatos fueron regalo de mis padrinos de bautizo, mi mudita nueva, calzoncillos a media pierna con su rajita, camisetita blanca a mitad del brazo porque aunque era Mayo, aún se podía coger relente. Todo del paquete que mi tía Paca me había mandado de Almacenes Eduardo, calcetines de punto fino, haciendo juego con el blanco de mis ojos, un cordón con su crucifijo de oro y nácar y “mi librito” donde estaban grabados todos los compromisos que iba a adquirir con el nuevo sacramento. Mi madre elegantísima y guapa, como siempre, me llevaba cogidito de la mano derecha, mientras en la  izquierda llevaba un montón de estampitas en las que figuraba el niño Jesús, como un pastorcillo, en un pequeño prado cuidando a dos ovejitas, mientras vigilaba a otra que estaba cruzando un puente en un timido arroyo. Debajo del puente, las tablas de la ley con “ocho mandamientos” y una inscripción en pequeño que decía: Print in Spain. Y por detrás. Recuerdo de la primera comunión de Manuel Guerra  Martinez, alumno del colegio de la Sagrada Familia. Recibida en la Parroquia del Mártir San Jorge el día  29 de Mayo de 1955.

RECIBE, OH JESÚS, MI CORAZON DE ANGEL PARA PODER LUEGO OFRECERTE UN CORAZON SANTO. 

 Y esto me lo decía a mí la Imprenta Navarro. Hasta Chiclana  había llegado mi bondad, mi inocencia y mi pureza.

Mi padre se había parado un momento en el bar de las Columnas, para solucionar un problema con un tal Vélez pero enseguida nos alcanzaría.

Cual no sería mi sorpresa, cuando ya camino de enderezar  la calle Carrera, mi madre y yo, vimos venir a Paquito María, el sobrino de Rafaela, la peluquera de la calle  Los Pozos, vestido,  no de marinerito, como habíamos quedado en el colegio, sino  de Almirante de la Real Armada Española, con lo cual todos los niños estábamos a las órdenes de Paquito Maria, el sobrinito Rafaela.  Los maestros colocaron en la cabeza de la fila al “almirante” y todos íbamos detrás del”almirante” como si fuésemos a una jura de bandera. Se rumoreó que Paquito María, con eso del traje de almirante llegó a coger  en las visitas que hizo a los familiares y amigos para que le vieran a él y al traje de almirante una buena cantidad de pesetas e incluso se dijo que un tío suyo, llamado “Perdigón”, de Sevilla, le dió un billete de mil pesetas.

Paquito María nos amargó el día. Fue tanto así, que los niños que hicimos la primera comunión en el 1955,  “a las órdenes de Paquito Maria”, nos hemos puesto de acuerdo para repetirla, pero esta vez sin avisar a Paquito Maria porque éste es capaz de venir vestido de presidente  de gobierno, de rey o incluso hasta de reina Federica, (que ya no te puedes fiar).  Mi amigo Paco, tiene  mi más ferviente cariño, desde donde esté.

Se me pasó el berrinche con el chocolate y el bizcocho del horno de Pileta y pasando de Paquito María y su almirantazgo me pedí la licencia y me fui a lo mío: el monaguilleo de donde nunca debí salir ni para hacer la Primera Comunión.

Tenía que haber hecho lo mismo que hizo un niño de la calle de La Salada llamado Pedro Guerra, Este tierno joven, de gruesas y peludas patas, solía intercambiar sus estancias vitales entre el pueblo y el campo,: Su madre lo mandaba a la finca de sus abuelos allá en el SARANDEO, donde iba al colegio, más por no olvidar que por aprender, a una finca que llamaban CABEZA REDONDA. Allí llegó por primera vez un maestro rural que como todo buen maestro, además de enseñar a los niños a leer y a escribir  que intentaba como un auténtico misionero de la cultura  inculcar, en las bucólicas cabezas de los antiguos niños de las VIÑAS,  no sólo el cultivo de la mente sino también del espíritu.

Allí  estaba el bueno de Pedro el día en el que el Padre Quintero, valiente y leal legionario, se trasladó para  impartir la primera comunión a los niños de los alrededores.  Pedro no estaba todavía maduro para tan solemne acto, aún le faltaban unos días para estar en su sazón espiritual, pero él viendo que los niños se acercaban   al cura y como es tan “golosísimo” se arrima a la fila, abre la boca y ¡ catapún! Se “engargoló” al niño Jesús.

Aquella primera comunión  dada en CABEZA REDONDA estuvo presidida por D. Francisco Serrano, que en los futuros años llegaría a ser  un  cristianísimo electricista que impartiría doctrina en la  lucha contra la desigualdad y el capitalismo. El cristianísimo de Paco tenía entre sus objetos personales hasta dos guardias civiles, (yo tenía cinco Ángeles de la Guarda) que lo protegían.  Paco daba ejemplo a los chiquillos de lo que era ser un buen cristiano, le besaba la mano al padre Quintero de tal forma, que si este no se la quitaba, se la dejaba en los huesos y gracias a él, ( eso al menos decía ) se llevo la enseñanza a los olivares de las Viñas.

A los pocos días, Pedro viene al pueblo llamado por sus progenitores para HACER LA PRIMERA COMUNIÓN con sus amiguitos del colegio y en las escuelas de la Sagrada Familia como estaba mandado y para lo que había venido preparándose concienzudamente. Retoques en el traje de marinerito de su hermano que había hecho la primera comunión  “manu militari” a las órdenes de Paco María. Prueba de los zapatos de charol blanco por si aún se podían aprovechar... etc.

¡Esto,  para qué es mamá?, Preguntó el inocente y tierno viñero. A lo que la madre le contesta: para hacer la primera comunión, precioso y tierno  hijo...

¡¡YO YA LA HE HECHO!!.

Dios Santo y Bendito ¿ qué hacemos? La madre reflexiona un momento, coge la alpargata  y dándole un apargatazo y un grito o un grito y un apargatazo o ambos a la vez, le dice:  ¡ Pedrito, pero...¿ cómo me has podido dar este disgusto? Para que te enteres ahora vas a estar haciendo la primera comunión  hasta que yo me canse.

Pero el hecho es que  Pedro dejó de ser catequizado en el campo y empezó por la SEGUNDA PRIMERA COMUNIÓN. Y ahí está el tío con dos primeras comuniones en el pecho y paseándose por el pueblo tan ancho.
                                                                
                                                                                         
                                                          Manuel Guerra Martinez, San Jorge 2008